Ruta de los dinosaurios

Los primeros milenios de vida de nuestro planeta nos resultan tan apasionantes como desconocidos. Si el visitante pudiese viajar atrás en el tiempo descubriría que en La Rioja, durante el periodo Cretácico, era una tierra poblada de dinosaurios. Una región cubierta por bosques de árboles ignatos, húmedos e impenetrables, tierras, cielos y aguas colonizadas por especies animales increíbles de las que hoy nos quedan sus huellas labradas en la roca. Huellas de todos los tamaños, de diferentes espacios, rastros y fósiles, todo ello lo podrá ver el viajero en La Rioja, permitiéndole acercarse a un mundo desaparecido y desconocido,....un mundo apasionante.

La zona de Enciso, en La Rioja, guarda uno de los mejores yacimientos de huellas fósiles

Los dinosaurios dominaron la tierra desde hace unos 230 hasta hace unos 65 millones de años, cuando la mayoría se extinguió debido, al parecer, al choque de un meteorito con nuestro planeta. Las aves, que hoy se consideran descendientes de los dinosaurios, sobrevivieron a la hecatombe. Los paleontólogos que estudian a estos animales desaparecidos recaban información del análisis de sus huesos y las huellas fósiles, llamadas icnitas, que desafortunadamente nunca son muy abundantes.

En La Rioja se encuentra una de las mejores colecciones de icnitas de dinosaurios del mundo. Resulta asombroso pensar que se han descubierto las huellas de más de 400, unos solitarios y otros en manadas. Nuestro recorrido empieza en el pueblo de Enciso, junto al puente que lleva a la ermita de la Virgen del Campo y a la carretera que se dirige a Navalsaz, recientemente asfaltada para facilitar el descubrimiento de la ruta de los dinosaurios. El camino que seguimos, cuesta arriba, es una pista que bordea la ermita y que, pocos metros después, presenta una bifurcación donde se encuentra el primer yacimiento de icnitas, sobre un lecho de roca de arena. Pertenece al período cretácico inferior, con una edad de entre 100 y 130 millones de años. En aquella época, estas tierras eran la costa, y grandes ríos formaban aquí estuarios pantanosos de aguas someras y lujuriosa vegetación. Las icnitas delatan la presencia de dinosaurios herbívoros, bípedos (ornitópodos), y de otros carnívoros, bípedos, tridáctilos, con uñas y de rápidos movimientos.

Encontramos también en este yacimiento rizaduras fósiles o ripples marks semejantes a las que podemos observar hoy en los deltas. Unas hoyas pequeñas señalan la presencia fósil de bivalvos parecidos a las actuales almejas, que vivían en los fangos fosilizados. Podemos constatar hasta las fisuras fósiles de un terremoto.

Espinosas aulagas
Seguimos caminando monte arriba. Las tierras son esqueléticas y desnudas. Donde antaño hubo bosques de encina y afamados pastos, ricos en ganados, hay hoy estériles soledades y suelos abarrancados donde sólo crecen las espinosas aulagas. Las terrazas de cultivo nos recuerdan que, hace no muchos años, estas tierras abandonadas, eran campos de labor. Llegamos a la parte alta de nuestro paseo, donde se ubica el segundo yacimiento, el de los corrales de La Senoba. La mayoría de las icnitas corresponde a dinosaurios bípedos carnívoros (terápodos). Estamos en un buen mirador sobre el pueblo abandonado de Garranzo y los carrascales de Mingones. Al sur, en las montañas, destacan las repoblaciones de pinos silvestres y el hayedo de Poyales. A la izquierda de la pista, en el collado, sale la senda que lleva al barranco de Valdecevillo. Está señalizado con balizas poco integradas en el paisaje.

Pasamos junto a dos chopos, donde brota el agua. Las espinas de los escaramujos (rosales silvestres), muy abundantes, dificultan nuestro caminar. Finalmente, llegamos a la carretera donde está el tercer yacimiento de icnitas. En un cerro destaca la reproducción de un Tarbosaurus. Volvemos a Enciso por la carretera, bordeando un bosquecillo de quejigos y unas pocas adustas encinas.

 
 

Datos de interés

    Cómo llegar: desde Logroño a Arnedo y desde Arnedo a Enciso.

    Monumentos: Castillo de Enciso, iglesia de Santa María de la Estrella (Enciso), iglesia de San Pedro (Enciso), puente medieval contadero (Enciso).

    Recorrido: unos 6 km.

    Dificultad: media.

    Dónde comer: La Fábrica de Harinas. Enciso.
    Tfno. 941396051.

    Dónde dormir: Posada de Santa Rita. Enciso.
    Tfnos. 941396071.

    Casa rural: La Tahona. Enciso.
    Tfno. 941396066.

    Epoca recomendable: otoño e invierno.

    Información: Centro Paleontológico de Enciso. Tfno. 941396093. Horario: de 11 a 14 h. y de 15 a 18 h. Los domingos, de 11 a 14 h.

    Bibliografía: Yacimientos paleoinnológicos de La Rioja. V. V. A. A. Edit. Gobierno de La Rioja e Iberduero. Bilbao. 1988.


La primera huella de dinosaurio de la que se tiene noticia fue descubierta en 1802 por un granjero llamado Pliny Moody en Massachussetts. Este hallazgo pasó inadvertido hasta mucho tiempo después, achacándose en ese momento su origen a aves gigantes.

El primer descubrimiento fechado en Europa corresponde a 1828 en Escocia. Pero el padre del estudio de las icnitas es sin duda alguna Edward Hitchcock, que en 1836 publica el primer estudio sobre las huellas fósiles, aunque sin ser capaz de precisar su auténtico origen, continuando con la teoría de las aves.

En Europa existía la polémica sobre unas icnitas de Chirotherium cuyo primer hallazgo data de 1834. Al ser una huella pentadáctilia (de cinco dedos) se postularon diferentes teorías sobre su origen como realizadas por un oso o un simio gigante. En 1874 estas huellas son atribuidas a un dinosaurio, aunque es Soergel el que da el avance definitivo en el año 1925 dando solución definitiva al problema.

En España los descubrimientos de icnitas comienzan a finales del siglo XIX, aunque hay que esperar hasta el año 1971 para encontrar el primer trabajo de icnitas específicas de dinosaurios.

Nuestro país cuenta con diversos yacimientos de interés entre los que podemos citar, además de los riojanos, los situados en Guadalajara, Asturias, Cantabria, Castellón, Soria y Burgos.

Además de este conocimiento científico, la imaginación popular ha dado origen a diferentes leyendas o historias. Estas huellas, conocidas de antiguo por pastores y habitantes de las zonas han sido atribuidas a diferentes causas. Así en La Rioja se atribuyen a pisadas del caballo del Apóstol Santiago o a huellas de gigantesco león que asociaba la comarca.